domingo, 18 de dezembro de 2011

Razones esgrimidas por los supremacistas arios para defender la ideología de la superioridad estadounidense.- La ideología de la inferioridad latinoamericana: Componentes religiosos y raciales

Razones esgrimidas por los supremacistas arios para defender la ideología de la superioridad estadounidense.- La ideología de la inferioridad latinoamericana: Componentes religiosos y raciales (Parte 5)


Primera página del periódico “The World” publicado en New York el 5 de septiembre de 1921. El diario pone al descubierto las acciones de la organización racista Ku Klux Klan en contra de los afroamericanos, los inmigrantes, los católicos y los judíos.

Escribe: César Vásquez Bazán

Los defensores de la supremacía racial y nacional estadounidense sustentaron esta creencia haciendo uso de tres conjuntos de argumentos.

El primer conjunto provino de la percepción de ciertos hechos históricos como confirmatorios de la superioridad del Nuevo Pueblo Elegido de Dios. Entre estos se mencionó la derrota militar de Gran Bretaña, el triunfo de la Revolución de la Independencia, el progreso técnico y la prosperidad económica de la nación.

Un segundo conjunto de argumentos provino de la creencia en una supuesta progresión hacia el oeste de la civilización, la cultura y los imperios nacionales. En el siglo XVIII, el obispo y filósofo George Berkeley, escribió: “El desarrollo de los imperios marcha hacia el oeste”. Nathaniel Ames, editor del Astronomical Diary and Almanack, corroboró en 1758 que “el progreso de la literatura humana –como la dinámica del sol– marcha del este hasta el oeste. Es así como se desplazó de Asia a Europa y ahora ha llegado a la costa oriental de América” (citado por Ames 1968, 29). En 1782, de Crèvecoeur (1968, 586), comentarista de la Revolución de Independencia, señaló que “los estadounidenses son los peregrinos occidentales que traen con ellos el gran acervo de las artes, las ciencias, el vigor y la industria que aparecieron inicialmente en el oriente. Los estadounidenses son los que culminarán el gran círculo”.

Las menciones a la progresión imperial hacia el occidente continuaron a lo largo del siglo XIX. En un artículo publicado en 1839, O’Sullivan postuló que la sociedad estadounidense era la expresión de la última etapa de progreso. Partiendo de Persia, pasando por India, Grecia, Judea y Roma, “la historia de la humanidad es la historia de una gran marcha, más o menos rápida, algunas veces impedida por obstáculos, otras veces facilitada por la fuerza, pero en todo momento con tendencia a alcanzar un objetivo: la máxima perfección del hombre. El avance de la civilización muestra el progreso del hombre desde un estado de individualismo salvaje a un individualismo más elevado, moral y refinado... Dicho primer estado de la civilización prevaleció en la infancia de nuestra raza... Puede llamársele la fase teocrática, y, por ser la más temprana de nuestra raza tras dejar atrás la barbarie, surgió entre las antiguas comunidades de Oriente, Judea, Persia y la India... La última etapa de la civilización, que es la democrática, tuvo su primera existencia permanente en este país” (O’Sullivan 1968a, 502- 504). En 1851, el filósofo y poeta Henry Thoreau resumió la observación:”Vamos hacia el oriente en busca de la historia y del estudio de las obras de arte y la literatura, volviendo sobre los pasos de la raza. En cambio, nuestra marcha hacia el occidente es una progresión hacia el futuro, imbuidos del espíritu de empresa y aventura” (Thoreau 1968, 126).

El último conjunto de argumentos a favor de la supremacía estadounidense fue aportado por nuevas disciplinas científicas como la etnología y pseudociencias como la frenología y la eugenesia. Durante el siglo XIX se hizo común la aparición de estudios que señalaban a la raza aria como la responsable en la obtención de los logros más importantes de la civilización, en todos los niveles (1). En particular, la mayoría de los citados estudios pretendieron mostrar que la rama estadounidense de la raza aria era la raza superior por excelencia. Los mismos estudios “probaron” la inferioridad de las razas no arias. Usando procedimientos que se presumía eran expresión del último progreso científico en el campo –como mediciones craneales, evaluaciones culturales, pruebas de cociente intelectual y estudios de familia– estos estudios llegaron a concluir que las razas inferiores se caracterizaban por el retraso mental, la pereza y la falta de capacidad en general.

Notas

(1) En 1926, la organización racista Ku Klux Klan declaró que “el futuro del progreso y la civilización depende de la supremacía continuada de la raza blanca. Durante siglos, el movimiento mundial hacia el progreso ha sido generado completamente por ella... Hasta que la raza blanca falle o alguna civilización de color haga el milagro de despertar, no existe una sola raza de color que puede reclamar siquiera condición de igualdad con la raza blanca” (Evans 1992, 164-165). Ésa fue también la idea de Hitler (1971, 288): “Todo lo que admiramos hoy en día en esta tierra –la ciencia y el arte, la tecnología y las invenciones– es producto del genio de unos cuantos pueblos y, en un principio, tal vez de una sola raza. De ella depende la existencia de toda esta cultura. Si ella perece, la belleza de esta tierra se hundirá en la tumba con ella”. El Partido Nazi de los Estados Unidos (American Nazi Party 1995, 124-125) pensaba de la misma forma: “Creemos que la raza blanca es la principal de la tierra. Esto significa que [los blancos] somos los Constructores Maestros, las Mentes Maestras y los Luchadores Maestros de la civilización. Sin la raza blanca el mundo seguiría siendo un pantano en la Edad de Piedra”.

Obras citadas

American Nazi Party. 1995. “Official Stormtrooper’s Manual”, pp. 122-127 en Extremism in America: A Reader, editado por Lyman Tower Sargent. New York: New York University Press.

Ames, Nathaniel. 1968. “The Future State of North America”, pp. 28-29 en The Annals of America. 21 vols. Vol. 2, 1755-1783: Resistance and Revolution, editado por Mortimer J. Adler. Chicago: Encyclopædia Britannica, Inc.

Crèvecoeur, Michel Guillaume de. 1968. “What Is an American?”, pp. 583-592 en The Annals of America. 21 vols. Vol. 2, 1755-1783: Resistance and Revolution, editado por Mortimer J. Adler. Chicago: Encyclopædia Britannica, Inc.

Evans, Hiram. 1992. “The Klan’s Fight for Americanism”, pp. 162-165 enThe Way We Lived: Essays and Documents in American Social History. 2nd ed. 2 vols. Vol. II, 1865-Present, editado por Frederick M. Binder, and David M. Reimers. Lexington, Massachusetts: D.C. Heath and Company.

Hitler, Adolf. 1971. Mein Kampf. Boston: Houghton Mifflin Company.

O’Sullivan, John L. 1968. “America and the Perfectibility of Man”, pp. 502-511 en The Annals of America. 21 vols. Vol. 6, 1833-1840: The Challenge of a Continent, editado por Mortimer J. Adler. Chicago: Encyclopædia Britannica, Inc.

Thoreau, Henry David. 1968. “Walking Westward”, pp. 125-128 en The Annals of America. 21 vols. Vol. 8, 1850-1857: A House Dividing, editado por Mortimer J. Adler. Chicago: Encyclopædia Britannica, Inc.

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